Miguel Bosé, uno de los artistas más icónicos de la música española, regresó al plató de El Hormiguero el pasado 10 de abril de 2025, donde no solo habló de su regreso a los escenarios tras ocho años de ausencia, sino que también desató una ola de controversia con sus declaraciones sobre la libertad de expresión. En una entrevista cargada de emociones y reflexiones, el cantante afirmó tajantemente que en los años 70 y 80 había más libertad de expresión que en la actualidad, una postura que ha generado un intenso debate, especialmente considerando su propia historia personal como hombre homosexual que, en el apogeo de su carrera, se vio obligado a ocultar su orientación sexual.

Una mirada nostálgica a los 70 y 80
Durante la conversación con Pablo Motos, Bosé expresó una visión crítica sobre el panorama social y político actual en Europa, asegurando que “las libertades de los años 70 y 80 ya no las hay, se han perdido”. Según el artista, la sociedad actual está atrapada en lo que él denomina “el wokismo más absoluto”, un fenómeno que, en su opinión, regula excesivamente las opiniones y limita la posibilidad de expresarse libremente. “La gente tiene miedo a decir lo que piensa”, sentenció, añadiendo que la libre expresión, base de toda democracia, está en peligro. Estas palabras resonaron en el plató, con Motos respaldando en parte su discurso al señalar que “el precio que paga uno hoy por decir lo que piensa es muy alto”.
Bosé, visiblemente cómodo en el programa, insistió en que no entiende por qué sus opiniones generan tanto revuelo, considerando que siempre ha sido “políticamente incorrecto”. Sin embargo, su comparación entre las décadas pasadas y el presente no pasó desapercibida, especialmente porque los años 70 y 80, que él evoca con nostalgia, estuvieron marcados por un contexto social y político en España donde las libertades individuales, especialmente para las minorías, estaban lejos de ser plenas.
La paradoja de la libertad: Bosé y su homosexualidad
Las declaraciones de Bosé han levantado ampollas porque contrastan con su propia experiencia personal. En los años 70 y 80, en el pináculo de su carrera musical con éxitos como Amante bandido o Morena mía, el cantante tuvo que mantener en secreto su homosexualidad debido a las presiones sociales y de la industria. En una España que apenas salía de la dictadura franquista, la homosexualidad era un tema tabú, estigmatizado y, en muchos casos, perseguido. Bosé, como otras figuras públicas de la época, se vio obligado a proyectar una imagen pública que no reflejaba su verdadera identidad, algo que él mismo ha reconocido en entrevistas previas. En 2023, en otra aparición en El Hormiguero, admitió: “Viví mucho de espaldas a uno mismo, me decían que tenía que fingir. Era horrible”.

Este contraste ha sido el epicentro de las críticas a sus recientes declaraciones. Voces en redes sociales y medios de comunicación han señalado la contradicción de añorar una época en la que él mismo no podía expresarse libremente sobre su orientación sexual. “Dice Miguel Bosé que en los 70 y 80 había más libertad, pero entonces tenía que ocultar quién era para vender discos. ¿De qué libertad habla?”, se cuestionó un usuario en X, resumiendo el sentir de muchos. Periodistas como Gema López, en el programa Espejo Público, también han abordado el tema, sugiriendo que lo que Bosé podría estar lamentando no es la falta de libertad de expresión, sino la existencia de una “libertad de réplica” que permite cuestionar públicamente posturas como la suya.
La controversia del “wokismo” y el control social
Otro punto candente de la entrevista fue la crítica de Bosé al “wokismo”, un término que utilizó para describir lo que percibe como un exceso de corrección política y regulación social. Según el cantante, este fenómeno forma parte de un mecanismo de “control social” orquestado por élites globales, una idea que conecta con sus polémicas declaraciones pasadas sobre la pandemia de COVID-19 y otros temas conspirativos. “Las pandemias, los encierros, el dinero, las fronteras, las políticas… todo está hecho para el control social”, afirmó, desatando murmullos en el público y una reacción contenida de Motos, quien intentó reconducir la conversación.
Estas afirmaciones han reavivado el debate sobre la postura de Bosé frente a temas sociales y políticos. Mientras algunos lo aplauden por su valentía al desafiar lo que consideran una narrativa dominante, otros lo acusan de simplificar problemas complejos y de ignorar los avances en derechos y libertades que han beneficiado a colectivos como el LGTBI+, del cual él forma parte. La ironía no pasa desapercibida: un artista que hoy puede hablar abiertamente de su vida personal reivindica una época en la que esa misma libertad le estaba negada.
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Una carrera marcada por la reinvención y la polémica
Más allá de la controversia, la entrevista también sirvió para que Bosé compartiera detalles sobre su regreso a los escenarios con su Importante Tour, un hito que él mismo describió como “lo más importante” de su vida tras superar graves problemas de salud, incluida la casi pérdida total de su voz. El cantante relató cómo un tratamiento con células madre en Lyon y un periodo de silencio absoluto le permitieron recuperar su capacidad
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